En el mundo de los microcréditos digitales, no todas las plataformas operan con la misma ética ni con los mismos estándares. Mientras que muchas empresas han sido clave para mejorar la inclusión financiera en México, otras han aprovechado la urgencia de los usuarios para implementar prácticas engañosas e incluso ilegales. Por eso, es fundamental entender los riesgos que implica utilizar una plataforma no regulada. Uno de los principales peligros es el robo de identidad. Al solicitar un microcrédito, el usuario proporciona datos sensibles como su CURP, número de cuenta bancaria, identificación oficial y comprobantes de domicilio. Si la plataforma no cuenta con medidas de protección adecuadas o si actúa con fines maliciosos, esta información puede ser usada para cometer fraudes, abrir cuentas falsas o venderse en el mercado negro. Otro riesgo frecuente es el cobro de comisiones anticipadas. Algunas plataformas engañosas solicitan pagos antes de otorgar el crédito, argumentando costos de gestión, seguros o garantías. Una vez que el usuario realiza el pago, la empresa desaparece o rechaza la solicitud, dejando a la persona sin dinero y sin préstamo. Este tipo de estafa se ha multiplicado en los últimos años y es una de las señales más claras de que la plataforma no es confiable. También hay casos donde las plataformas otorgan el préstamo, pero imponen condiciones abusivas: tasas de interés excesivas, penalizaciones desproporcionadas por retraso, cláusulas confusas y cargos ocultos. Esto puede llevar al sobreendeudamiento, al acoso por parte de cobradores informales y a una espiral de deuda difícil de detener. Las consecuencias pueden incluir afectaciones psicológicas, presión familiar y deterioro del bienestar general del usuario. Además, las plataformas no reguladas carecen de mecanismos de atención al cliente efectivos. En caso de un problema, el usuario no tiene a quién acudir ni cómo hacer valer sus derechos. Tampoco es posible presentar reclamaciones ante instancias como CONDUSEF si la empresa no está inscrita en su registro. Otro riesgo importante es la manipulación digital. Algunas aplicaciones fraudulentas solicitan permisos innecesarios durante la instalación, como acceso a contactos, mensajes o ubicación. Estos datos pueden usarse para extorsionar al usuario en caso de impago o para hostigar a sus conocidos, generando una presión indebida que afecta su vida personal y profesional. Por último, las plataformas ilegales también afectan al ecosistema financiero en general. Al actuar fuera de la ley, generan desconfianza, dañan la reputación del sector y dificultan la tarea de quienes sí trabajan de forma transparente. En resumen, usar una plataforma de microcréditos no regulada implica un alto riesgo que va más allá del dinero. Afecta la seguridad, la privacidad y la estabilidad del usuario. Por eso, informarse, comparar y elegir con cuidado es una responsabilidad que no debe tomarse a la ligera.